Éste
es el título original del sugerente libro que sobre arte, estética y poética
del cine escribió el director Andrei Tarkovski (1932-1986). Si crucial ha sido
su aportación a la historia del cine con tan sólo siete películas, estas notas
escritas a lo largo de su carrera resultan imprescindibles para comprender su novedosa y revolucionaria teoría del cine.
Para quien lo concibe como un medio de expresión propio no sería coherente
intentar explicar con palabras lo ya dicho por medio de imágenes; pero, al
contrario de como pudiera esperarse, estas reflexiones no están encaminadas a
justificar o explicar sus creaciones sino que se muestran como un ejercicio
personal de discernimiento sobre la finalidad del arte y el proceso creador.
Para
Tarkovski, el cine no es literatura, pintura, fotografía, música… -nisiquiera
una “obra de arte total” que las abarque a todas-, aunque se valga de un guión,
el color, los encuadres, los sonidos… como recursos técnicos; quiere alejar el
“hecho fílmico” de cualquier manifestación artística aunque se valga de ella.
En verdad, la esencia del cine es la de que el espectador viva el tiempo no
vivido; lo ideal sería poder reproducir la vida de una persona tal cual es
pero, no siendo posible, Tarkovski la concentra cinematográficamente
compartiendo a través de los hechos las sensaciones vividas. Por lo tanto, la
especificidad del cine reside en su capacidad de “esculpir en el tiempo”
(título español de la obra) las relaciones sutiles entre los fenómenos de la
vida.
De
este modo, la presencia recurrente del agua -en sus múltiples manifestaciones- o
de caballos en su obra no representa un símbolo cerrado (no tiene un
significado concreto forzado) sino que es una imagen expresiva que invita a
intuir poéticamente una realidad trascendente y experiencial común a todo ser
humano, por encima de códigos culturales (estilos o ideologías). Esto lo
conduce al compromiso ético del artista para proclamar la condición transformadora del arte como desvelamiento de la verdad.
En la práctica se traduce en el sentido abierto de unas películas que transforman
en co-creador al espectador, el trabajo psicológico de los actores, su
menosprecio de la idea de género cinematográfico, su huida de la narración
discursiva, la selección intencionada del sonido ambiente…
La
genialidad de esta figura consiste en plantear las grandes cuestiones del
hombre trascendiendo de su propia biografía (aunque sea inevitable que subyazca
en su obra) y superando la triple censura a la que fue sometido por las
autoridades soviéticas (en el guión, montaje y distribución). Por todo esto,
“El tiempo sellado” es un libro único, no tanto para leer lo que decía
Tarkovski de sus propias películas, como para enriquecerse con la hondura y
claridad de sus pensamientos sobre cine y cultura.
Filmografía:
- La infancia de Iván (1961); lo tremendo de cualquier conflicto armado
- Andrei Rublev (1966); la condición sufriente del artista que busca la belleza/verdad desde la realidad vivida
- Solaris (1972); el conflicto moral entre la conciencia y la responsabilidad
- El espejo (1974); recuerdos de su
propia vida
- Stalker (1979); el problema de la fe en la tensión dialéctica entre lo originario y lo racional
- Nostalghia (1983); el sentido de identidad o el sentimiento de
pertenencia a un lugar
Realmente un tipo curioso,donde no podía faltar en sus películas el agua, la tierra o el fuego como elementos esenciales de la vida. Y como no, esa parte onírica que subyace en su creación erigiéndose en el mejor director que ha rodado las ensoñaciones como nadie. Un hombre espiritual a su manera con esa estrecha relación entre lo natural versus espiritual que refleja en su cine donde el hombre debía ser responsable por sus actos y su modus vivendi más que por la gracia divina.
ResponderEliminarPocas películas han bastado para que Tarkovski haya dejado una huella imprescindible en el Arte, porque sus películas eran poesía, pintura, arquitectura, música que le sirven como nexo de unión entre la vida y la muerte con esa nostalgia tan característica rusa dejando en evidencia ese sentimiento nacionalista acuciado. Un artista insatisfecho, autocrítico y en constante movimiento que atosiga al espectador con la dificultad de sus películas, intentando que seamos parte de ellas consiguiendo de esta manera un efecto de creación mutua. En definitiva Tarkovski consigue transmitirnos una forma poética de entender la vida.