miércoles, 6 de marzo de 2013

La cisterna de El Jadida o la isla citerea según Orson Welles

Algo que nos atrae del cine es su capacidad de hacernos viajar con la imaginación, ya sea a lugares reales o ficticios que pasan a formar parte de nuestro imaginario visual. En la medida en que nos sean conocidos previamente, existirá un vínculo afectivo de carácter personal que cargará de más intencionalidad nuestra experiencia durante la proyección de la película y hará que la hagamos nuestra... Es por eso que en muchos casos se recurre para las localizaciones a paisajes, ciudades o edificios de carácter monumental: se presume que, siendo los lugares más conocidos y admirados, sean, por tanto, los más infalibles para llegar a un mayor número de personas.

Esta presencia del patrimonio en el cine se puede dar de tres maneras: mostrando los bienes culturales tal y como son, distorsionándolos en nuestra percepción o incluso generando nuevos bienes o valores culturales. Esta mirada creadora del cine se reconoce cuando:
- Documenta lugares representativos que ya no existen o han cambiado
- Monumentaliza elementos desconocidos e incluso imaginarios
- Revaloriza como patrimonios emergentes elementos que habían pasado inadvertidos
-Transfiere valores del lugar real a la escena de la ficción y viceversa

Este último caso es el que ilustra la imagen que sirve de fondo a nuestro blog. No se trata de un convento renacentista o una sala palaciega sino de la cisterna de una ciudad fortificada en la costa atlántica de África: la ciudad portuguesa de Mazagán en Marruecos, actualmente El Jadida (que quiere decir La Nueva), declarada Patrimonio de la Humanidad en el año 2004.

Cisterna portuguesa. El Jadida (Marruecos), s.XVI.

Orson Welles conocía las potencialidades artísticas y emocionales de un lugar tan evocador como éste y por eso quiso hacer de esta silenciosa cisterna algo tan contrapuesto como el escenario de un motín en la exótica isla de Chipre… ¡Qué contraste entre ambas imágenes!: La primera, como tal depósito, transmite quietud y equilibrio a través de la presencia estática del agua, que en su remanso favorece el desarrollo de líquenes verdosos -que confieren una pátina de color a la piedra- y permite el reflejo a modo de espejo de unas bóvedas -que parecen reverberar su propio silencio-; en cambio la segunda, como lugar donde se inicia una traición, es todo dinamismo por medio de una fotografía en blanco y negro -que muestra la polaridad de sentimientos en Otelo- y encuadres en contrapicado -que confieren protagonismo al óculo por donde entra la luz y sale el ruido de la confusión al agitarse el agua-.



Othello. Orson Welles, 1952. 
Atención al vídeo de la película a partir del minuto 11:49 hasta el minuto 13:26
En definitiva, podríamos decir que el cine es un recurso patrimonializador en el sentido de que contribuye al reconocimiento y generación de valores culturales en elementos preexistentes y, a su manera, los documenta y conserva para el futuro. A lo largo de este blog nos gustará ir elaborando un pequeño cuaderno de viaje donde convivan cine y patrimonio… 

3 comentarios:

  1. El cine como recurso patrimonializador incide directamente en nuestra memoria. Cuando nos sumergimos de lleno en él, nos interrogamos acerca de los recuerdos que nos transmiten las imágenes y los sonidos plasmados en esas proyecciones y que perpetúan un Patrimonio existente u otro modificado.
    De forma inesperada nos ofrecen gestos y lugares ya olvidados y así redescubrir costumbres de antaño, edificios característicos de épocas pretéritas y un entorno patrimonial cercano al nuestro o al de nuestros padres y antepasados. Volvemos a ser partícipes de ese entorno más allá de las imágenes que lo evocan.
    Si conseguimos que a través del cine nos eduquen la mirada, podemos adquirir otra visión más amplia sobre todo aquello que nos rodea y que de forma inconsciente discriminamos, ya sea material o inmaterial.

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  2. Como sabes, "re-cuerdo" quiere decir que nos vuelve a venir al corazón... y estoy completamente de acuerdo contigo en esa capacidad evocadora del cine como experiencia personal de lo vivido. Lo entusiasmante es que también nos puede descubrir y aproximar a patrimonios desconocidos para nosotros; pensemos si no en los ambientes lejanos a los que nos transporta el cine de Paradjanov... Y quién duda de su enorme potencial para identificarnos incluso con lugares inexistentes, sólo presentes en una ficción que para nosotros ya es real porque la hemos hecho nuestra...

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    1. Tienes toda la razón. Es más, en vez de "patrimonio inexistente" que podría abarcar a todo aquel bien que por distintos motivos ha sido demolido y ha dejado de pertenecernos, yo lo llamaría "patrimonio inventado" surgido desde una instrumentalización cinematográfica, y que ya forma parte de nuestra memoria...

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