Ficha técnica:
Título original: “Stico”. Producción:
Enrique Bellot para Serva Films, 1984. Dirección: Jaime de
Armiñán. Guión: Jaime de
Armiñán y Fernando Fernán Gómez. Fotografía: Teodoro Escamilla. Música:
Alejandro Masso. Montaje: José Luis Matesanz. Duración: 105 minutos. Intérpretes:
Fernando Fernán Gómez (Leopoldo Contreras), Agustín González (Gonzalo Bárcena),
Carmen Elías (Sra. Bárcena), Amparo Baró (cocinera), Mercedes Lezcano
(asistenta), Manuel Zarzo (conductor), Bárbara Escamilla (niña), Vanesa Escamilla
(niña).
Argumento: D. Leopoldo Contreras, catedrático de Derecho Romano ya
retirado, se ve al final de sus días reducido a la pobreza y haciendo pequeñas
traducciones de los clásicos para poder vivir. En el trance de liquidar lo poco
que le queda, una magnífica biblioteca jurídica, es reconocido por un antiguo
alumno, Gonzalo Bárcena, jurista de prestigio, quien toma conocimiento de la
situación en que se encuentra su viejo maestro. Unos días después, el veterano
profesor le propondrá a su discípulo convertirse en su esclavo a cambio sólo de
alimento, cobijo y vestido. Tras una ligera resistencia y un tanto de cinismo,
Gonzalo acepta el trato sin imaginar el calado de las consecuencias del paso de
Stico por su vida y la de su familia.
Ambientación: En los inicios de nuestra democracia, Jaime de Armiñán
propone a Fernando Fernán Gómez que participe en un proyecto cinematográfico en
el que el personaje protagonista es un ciudadano honorable (ni más ni menos que
todo un catedrático de Derecho Romano) que decide voluntariamente convertirse
en esclavo porque -en palabras suyas- ha perdido una batalla contra la
sociedad. Fernán Gómez ya había interpretado ese mismo año el papel de un
profesor de universidad retirado en Los zancos (Carlos Saura, 1984) pero ahora
se aleja del espíritu romántico de este personaje y trata de aportar un enfoque
irónico a la nueva situación que se plantea. Es por ello que su participación
en esta obra no se reduce a la de actor (reconocida su enorme versatilidad en
diversos géneros) sino que se incorpora como guionista (precisamente en estos
años desarrolla más su faceta de escritor), con toda la carga ideológica que le
plantea su condición personal de anarquista y propensión a la sátira.
En nuestra sociedad existen otros tipos de esclavitud que no se identifican con el estereotipo que se sugiere musicalmente por medio de las work songs afroamericanas o que se evidencia en la ingenua conversación entre las niñas. El pájaro enjaulado sería un símbolo clásico de la falta de libertad y la gallina otro, que se hace parlante de manera fabulosa para descubrir la realidad del hombre inmerso en una rutina a la que está sometido de manera inconsciente por el trabajo; en contraposición, aparecen las figuras del huelguista que reclama una mejora de sus condiciones laborales o la esposa del discípulo que es una mujer moderna e independiente. Pero ésta no es la única cualidad que define esta nuevas formas de esclavitud encubiertas, sino que va unida a la idea de ausencia de responsabilidad. Un esclavo no es sólo alguien que no es libre sino también alguien que no es responsable de sus actos porque obedece ciegamente las órdenes de su dueño.
Sólo cuando cada uno de los miembros de la familia es consciente del alcance de la idea de esclavo se ven en la imperiosa necesidad de restituir la libertad a ese hombre. Será en estas circunstancias cuando terminen de aprender la última lección que les da el viejo maestro, que les abre los ojos ante el valor de la dignidad del hombre y de su inalienable libertad.
Valoración: Se nos presenta un film en el que el absurdo, la visión
pretendidamente deformada de acontecimientos cotidianos, nos sirve precisamente
para interpretar una realidad -la limitación de nuestra libertad por muy
diversos motivos- que, por cercana, no deja de ocultarse a nuestros ojos. Esta
obra no se sirve de grandes recursos fotográficos, musicales o narrativos sino
que su valor estriba en la crítica social a partir de la ironía. Asimismo, el
momento histórico no puede ser más oportuno para tratar cuestiones tan actuales
y sensibles en aquel momento como los derechos, las libertades, la Constitución…
Ciertamente éste es un momento de introspección creativa en la vida de Fernando
Fernán Gómez que coincide con un fecundo desarrollo de su faceta literaria y de
director. La paradoja es que se le premiara por este trabajo en el Festival de
Cine de Berlín de 1985 no por estos méritos, sino sólo con el Oso de Plata al
mejor actor.
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