viernes, 31 de mayo de 2013

Cinema patrimonio

En el año 2005, el Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico dedicó el Boletín PH56 a abordar la relación entre cine y patrimonio. El coordinador de la monografía, Francisco Javier Rodríguez Barberán, proponía un debate bajo el título Cinema patrimonio. El legado fílmico como vehículo de transmisión culturalHasta la fecha se trata de una de las publicaciones más completas y de referencia sobre el tema. 

La cuestión se aborda desde dos perspectivas, una intrínseca que reflexiona sobre el cine como un patrimonio en sí y otra extrínseca que estudia la visión que el cine ofrece del patrimonio. Respecto a la primera, se pone de manifiesto la problemática de conservación del patrimonio cinematográfico, entendido desde la copia cinematográfica (por la fragilidad de su soporte y la complejidad de los depósitos legales) a la sala de proyecciones (como tipología que responde no sólo a la función del uso sino a los requerimientos tecnológicos de una época). Respecto a la segunda, el cine no sólo muestra los elementos patrimoniales de carácter material (reales, distorsionados o imaginarios) sino que puede llegar a convertirse en un testimonio de las identidades culturales y la diversidad de los pueblos. Estos fenómenos se explican cuando se analiza el cambio conceptual operado desde una primera aproximación al cine como industria, más tarde como arte hasta comprenderlo también como documento.

Se incluyen reflexiones muy interesantes, cuidando la presencia de los diversos sectores de la cultura  (arquitectos, historiadores, restauradores, gestores culturales, críticos de cine, antropólogos, documentalistas) e instituciones implicadas (Filmoteca de Andalucía, Cineteca de Bolonia, Centro Pompidou de París). 

Por último, merece la pena destacar la valiosa información proporcionada: filmotecas europeas, museos de cine, exposiciones temporales, grupos de investigación en las universidades españolas, bibliografía especializada y el documento de recomendación relativa al patrimonio cinematográfico que suscribieron el Parlamento Europeo y el Consejo de la Unión Europea ese mismo año. 

miércoles, 29 de mayo de 2013

El encanto de la tradición armenia mostrada por Paradjanov

La obra del cineasta armenio Sergei Paradjanov (1924-1990) supone un antes y un después en la experiencia visual del espectador. Su estilo es tan personal que no sólo resulta reconocible sino que provoca asombro. Es el resultado de una personalidad imaginativa, amante de la tradición y apasionada por la belleza a pesar de haber estado recluida en prisión por los más inverosímiles motivos…

De su filmografía, cabría destacar El color de la granada (1968), en torno a la figura del poeta y músico armenio del siglo XVIII Sayat Nova. En plena madurez artística, Paradjanov fija los invariantes que definen su obra: argumentos sacados de las leyendas locales, escenografías pictóricas con perspectivas frontales de gran fuerza plástica, una música tradicional envolvente, una fotografía enamorada del color y el gusto por el detalle. Lo que más llama la atención no es su técnica cinematográfica (absolutamente impecable) sino el uso que hace de ella para crear una poesía visual de carácter universal (que no requiere de códigos culturales para dejarse llevar por ella).

Los objetos son símbolos que aparecen para crear una sensación estética: las granadas que manchan el paño blanco, los libros mojados por la tormenta dentro de las hornacinas del monasterio y más tarde secados al viento sobre las cubiertas, las alfombras tendidas en vertical a modo de telones de teatro… El efecto se consigue convirtiendo en protagonista un objeto, aparentemente inerte y pasivo, con un plano de detalle o descontextulizándolo de su lugar o forma de uso habitual.

Valor estético de los objetos protagonistas:


Descontextualización de los objetos:


Aún más fascinantes resultan los ambientes tan sugerentes que construye en lugares monumentales cargados de valor patrimonial en contraste con unos ambientes interiores estilizados por medio de composiciones basadas en las variaciones sobre un mismo tema, en función del color y la presencia de objetos atemporales.

Localizaciones monumentales:










Ambientaciones estilizadas de los interiores:









Variaciones sobre un tema:

Los mismos personajes se convierten en objetos que se mueven en una coreografía medida según las reglas frontales del espacio pictórico que habitan; este efecto se evidencia sobre todo en el mundo de las escaleras… 

Coreografía de los personajes:

Estos recursos visuales le permiten construir un imaginario propio donde tienen cabida ensoñaciones, metáforas y nuevas iconografías.










Por todo esto, Paradjanov no es sólo un maestro del cine que nos recuerda sus posibilidades expresivas sino que muestra de manera magistral los valores del patrimonio monumental y vernáculo armenio reconocido por la UNESCO, al que su obra sirve como testimonio de una cultura que merece ser conservada y divulgada.


Como parte de ese legado, os invito a seguir descubriéndolo en la fundación y museo creados en 1988 para conservar las obras de este polifacético artista.

miércoles, 22 de mayo de 2013

La vida es silbar. Fernando Pérez, 1998

Ficha técnica: Título original: “La vida es silbar”. Producción: Rafael Rey (ICAIC,Cuba) y Camilo Vives (Wanda Producción, España), 1998. Dirección: Fernando Pérez Valdés. Guión: Fernando Pérez, Humberto Jiménez y Eduardo del Llano. Fotografía: Raúl Pérez Ureta. Música: Edesio Alejandro. Montaje: Julia Yip. Duración: 110 minutos. Intérpretes: Ana Victoria Pérez (Bebé), Claudia Rojas (Mariana), Coralia Veloz (Julia), Luis Alberto García (Elpidio Valdés), Joan Manuel Reyes (Ismael), Isabel Santos (Chrissy), Rolando Brito (Fernando), Raúl Pomares (taxista). 

Argumento: Bebé es una muchacha feliz que no entiende por qué los demás no lo son y es por eso que relata las historias de tres personajes de la Habana que representan unos principios que se pueden aplicar a la realidad de un país entero. Mariana, Julia y Elpidio buscan la felicidad debatiéndose entre el amor, los prejuicios y las promesas:  Mariana es una bailarina clásica que ama a los hombres y la danza pero ha hecho promesa de vivir ascéticamente si consigue bailar la “Giselle” una vez; Julia es una enfermera de ancianos muy entregada a su trabajo que se desmaya cada vez que escucha la palabra “sexo”; y Elpidio es un joven músico mulato que, marcado por el abandono de su madre “Cuba”, espera una señal que cambie su vida. El 4 de diciembre -día de Santa Bárbara- a las 4:44 se encontrarán en la plaza de la revolución -bajo una intensa lluvia- para decidir su futuro.


Ambientación: El cine cubano actual se nos presenta como la superación por medio de la imaginación de una situación económica preocupante ya que hace de la necesidad virtud, encontrando un cauce que, sin ser abiertamente opositor, está desbordando el terreno de la parodia y la crítica social. La falta de medios materiales restringe la producción al género del cortometraje, los guiones son censurados y muchos actores emigran o sobreviven de la radio y los doblajes. Es por eso que La vida es silbar supone un ejercicio de largometraje de ficción que nos plantea un problema tan universal como la felicidad a partir de la fidelidad a las raíces culturales propias. Ésta es la única producción cubana realizada en el año 1998 y la cuarta película que se exhibe en el circuito comercial norteamericano en 40 años después de La bella del Alhambra, Fresa y chocolate y Guantanamera. La película, sin ser biográfica, tiene mucho de su director: un discreto revolucionario enamorado de su “familia, el cine y Cuba” o, lo que es lo mismo, Julia, Mariana y Elpidio. Sus inicios fueron como documentalista, lo que le enseñó a responder rápidamente ante la realidad con un pensamiento cinematográfico. Sin embargo no es hasta los 43 años cuando se enfrenta a su primer largometraje, Clandestinos (1987). Le seguirían Hello Hemingway (1990) y Madagascar (1994). En ellos queda el gusto por contar historias sencillas que sin embargo plantean muchas de las cuestiones más importantes de la existencia humana. La idea de La vida es silbar surge en el rodaje de la serie de ocho capítulos para la televisión chilena Y si fuera cierto, bajo la influencia de la película Ocho y medio de Fellini -marcada por la gravedad de la emoción- y la lectura de La cartuja de Parma de Stendhal -donde los géneros se mezclan-. En cierto modo, concibe la película como tres cortos perfectamente entrelazados, donde los personajes -tantos como habanas- se desenvuelven dentro de un sistema que rechaza la diferencia para reencontrarse simbólicamente en el momento de la libertad. Para el director supuso un salto al vacío que generó polémica. Ha recibido numerosos premios. En el documental Suite Habana (2002), se reencuentra con personajes que no son actores y donde la fuerza expresiva queda en las imágenes y los efectos sonoros, demostrando de manera genial que en el cine contemporáneo la frontera entre géneros está desapareciendo.

Valoración: En Cuba la ficción es el sueño de todo director y el cine de Fernando Pérez es además un cine de “realismo mágico”. Lo que busca en sus películas es expresar la complejidad de la realidad de manera que lo primero sea comunicar al espectador una emoción para que luego esa emoción lo lleve a la reflexión. Sin embargo, la lectura no es única ya que, conforme a la idea de libertad individual, la felicidad no es igual para todo el mundo y en la vida hay siempre que elegir porque la elección es constante. Con todo, siendo un cine reflexivo -y en este caso, fuertemente simbólico-, siempre nos cuenta una historia cercana en la que la realidad se confunde con los sueños en ese “realismo mágico” que nos ofrece el mundo de la literatura y que él traduce fundamentalmente en imágenes; en este sentido, la fotografía de Pérez Ureta y la música de Edesio Alejandro se convierten en los elementos que poetizan esa realidad, desdramatizándola. Sin pretender ser una película sofisticada maneja una serie de ideas sobre la felicidad, la libertad y la coherencia de vida a pesar de hallarla a base de renuncias y tener que superar prejuicios de todo tipo. La imagen del caracol resulta especialmente reveladora. La significación de los personajes está muy cuidada (el compromiso entre el arte y el amor, la diferencia entre la realidad y el ideal, la añoranza del pasado o la esperanza del futuro) así como la elección de los actores. El mensaje de “No tengáis miedo” se muestra contundente y a la vez ágil en la escena que se desarrolla en los soportales entre Julia y Fernando. Es un cuento urbano de La Habana actual cuya forma fílmica transmite la confianza de un hombre, y un pueblo, en su destino por medio de imágenes embriagadoras y una música vibrante. En estos momentos en que su país vive una situación compleja la realidad de Cuba es una realidad disidente porque para él su país siempre ha representado un sueño. La vida al final es tan sencilla como silbar porque -como cantara John Lennon en Beatiful Boy- “La vida es algo que sucede mientras estamos soñando otra cosa”.

jueves, 16 de mayo de 2013

La aportación expresionista de Hans Poelzig

El expresionismo es una de las llamadas “vanguardias históricas” que se desarrolla en Europa a comienzos del siglo XX. Surge en Alemania como una corriente pictórica que se cuestiona la función representativa del arte y busca nuevas formas de expresión, mostrando una realidad transformada por las emociones del sujeto. Este planteamiento se traslada inmediatamente a otras manifestaciones artísticas como la arquitectura y el cine, donde se producirá inevitablemente una síntesis en la escenografía, fotografía, montaje… Nos interesa destacar El Golem de Paul Wegener (1920) por la aportación del arquitecto Hans Poelzig (1869-1936), en plena madurez de su carrera.

Este arquitecto berlinés había conocido al creador austríaco Max Reinhardt (1873-1943) con motivo del Centenario de Breslavia en 1913, donde el primero ejercía como Director de la Real Escuela de Arte y Oficios Artísticos y el segundo había acudido para dirigir las celebraciones. Por entonces Poelzig era una figura reconocida a nivel social, académico y profesional y Reinhardt había revolucionado el teatro moderno con el nuevo concepto de representación de cámara (Kammerspiele); consistente en representaciones teatrales para un número reducido de espectadores, confiando la capacidad de expresión al rostro de los actores y la originalidad de los decorados.

En 1919 se plasma la colaboración profesional entre ambos personajes cuando Reinhardt confía a Poelzig el encargo de transformar el interior de un antiguo mercado en Berlín en un Gran Teatro (Grosses Schauspielhaus) concebido para acercar el teatro a la clase trabajadora; ese mismo año el arquitecto Hermann Warm había llevado la dirección artística  (junto a los pintores Walter Reimann y Walter Röhrig) del mítico El gabinete del doctor Caligari y el arquitecto Bruno Taut había publicado el boceto de una obra teatral denominada El constructor del mundo. Para un arquitecto como Poelzig acostumbrado a construir grandes y complejos edificios (fábricas, presas, mercados, depósitos, almacenes o salas de exposiciones), este proyecto le permite conocer el funcionamiento interno de un teatro y los recursos escenográficos; será su gran obra, destruida no por la guerra sino por la incuria en 1988... Pero sobre todo, entra en contacto con intelectuales y artistas del círculo de Reinhardt, como el propio Paul Wegener (1974-1948) quien se había incorporado como actor a la compañía en 1905. Cuando éste le propone la dirección artística de su tercera película sobre el Golem (o cómo vino al mundo), Poelzig trabaja en este proyecto junto a la escultora Marlene Moeschke.

A partir de entonces, Poelzig estará vinculado al mundo del teatro y el cine diseñando:
- Escenografías para teatro: Rey Lear en el Gran Teatro de Reinhardt en Berlín (1923)
- Escenografías para ópera: Don Giovanni de Mozart en la Ópera Estatal Unter den Linden (1923)
- Escenografías para cine: Budas Vivientes (1925) y La Crónica de Grieshuus (1925)
- Teatros: Salzburgo (1920)
- Salas de cine: Capitolio am Zoo en Berlín (1924-26), Babylon en la Rosa-Luxemburgo-Platz en Berlín (1927-29) y Deli en Breslavia (1926-27).

    


La película está basada en la novela del mismo nombre de Gustav Meyrink (1915), quien recrea la leyenda judía de una figura de barro que cobra vida de manos del rabino Loew para evitar la expulsión de los judíos del gueto de Praga en el siglo XVI. El tratamiento de la película es completamente expresionista en el diseño de los decorados, la iluminación y el montaje de las escenas:


No se rueda completamente en interiores sino que Poelzig proyecta en los estudios de la UFA en Berlín una ciudad con 54 edificios construidos con madera, paja, alambre y yeso. La muralla y la puerta del gueto poseen unas dimensiones colosales acordes con la escala del lugar; en cambio los interiores serán pequeños espacios domésticos conseguidos por medio de decorados. 

El autor huye de recreaciones historicistas y, en su lugar, se plantea una arquitectura entre atemporal y vernácula; que tiene más de mágica que de real ya que la inclinación de las paredes y cubiertas no se interpreta como desplomes o remados sino como volúmenes congelados en su movimiento. 

Las escenas interiores se suceden en seis espacios construidos con los mínimos recursos para dar la sensación de tridimensionalidad: no se trata de decorados al uso pintados con efectos de perspectiva ni de estancias completas. La posición fija de la cámara y el enfoque frontal no nos permiten recorrer el espacio pero las formas sinuosas y la iluminación en penumbra nos permite reconstruir con la imaginación el resto que no percibimos. Son espacios multifuncionales, donde se cruzan y superponen usos y circulaciones.

Sea por ejemplo la estancia de Myriam -definida por una especie de dosel de estalactitas a juego con el sillón- o la biblioteca del rabino –donde un único elemento envolvente hace de pared, tabique divisorio y techo.

Este concepto de diseño se aplica también a la escala de los elementos muebles que (como la escalera o el trono) se configuran con formas orgánicas (oreja y cornamentas); de especial interés la pieza de escalera que vertebra un espacio heterogéneo y se convierte en símbolo del conocimiento y la palabra que da vida. La plasticidad del espacio se enfatiza con la fotografía en blanco y negro.

El uso efectista del contraluz permite construir con pocos recursos un sugerente perfil urbano de la muralla; que inspira la escena inicial del Otelo (1952) de Welles y final de El séptimo sello (1954) de Bergman. Mucho más original resulta este recurso cuando se emplea combinado con el fundido en blanco para dar la sensación de aparición y estilizar dos líneas de figuras que representan la diáspora del pueblo judío.

La versatilidad en los fundidos permite cambiar la composición del formato de horizontal a vertical, pasar de una escena a otra, encuadrar un retrato en un círculo e incluso sugerir la presencia del golem con un fundido siguiendo el característico perfil de su rostro…

Absolutamente magistral cuando desde la arquitectura se controla en el cine de lo general al detalle, de lo estático al movimiento, de la tradición a la vanguardia....